Un recuerdo

Caía el sol y me decidí a dar un paseo. Es, posiblemente, la hora del día que màs me guste. El sol sigue siendo protagonista indiscutible pero con menos intensidad, cedièndole hueco a la luna que, tímida, empieza a asomarse. Aún sus rayos acarician mi cuerpo pero ya no dañan, son suaves en su despedida. Dulce despedida.

En mi caminar pausado, sin prisas, alguien interfiere. Y sin voluntad alguna acabo realizando un trayecto que hacía muchos años que dejè atràs. Con dudas y a tiempo de retroceder, sigo adelante, impulsada por "no-se-bien-què". Una esperanza, tal vez.

Y así fue. Allí estabas. Dónde siempre. Otro año fiel a la playa. A la que un día fue nuestra.

Girè mi cabeza buscando tu cara y te sorprendí haciendo lo mismo. Tus ojos se clavaron en los míos y sentí una punzada enorme en el estómago. Apartè la mirada, cobarde. Y no pude hacer otra cosa màs que recordar.

La luna se reflejaba en el agua, el sonido de las olas al romper fue melodía en nuestros tímpanos, la brisa marina y el manto de estrellas nos acompañaron en aquella despedida. Tu, chico duro de ojos verdes, me arrancaste de mis pensamientos con un abrazo esporàdico. Yo, sin aún creerme ese arrebato de cariño, sonreí. Sin esperarlo, me susurraste al oido dejando en un segundo plano a las olas romper "No te vayas, ¿què voy a hacer sin ti?" Me apartè, te mirè y te besè.

Finalizaba así un verano mágico. Verano inocente e ingenuo. Verano de dos adolescentes sin preocupaciones màs allà que disfrutar el uno con el otro. Verano que nunca volverà. 

¿Cuàntos años han pasado? Y parece que fue ayer. La vida pasa por los dos, las buenas y las malas experiencias se hacen notar en nuestra expresión. Pero no ha cambiado, como pude comprobar, la manera de mirarnos. Aquella mirada. Aquella sonrisa. 



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