Cada paso que se da en esta vida es la consecuencia de nuestro futuro. Es por ello que debemos medir a milímetro cada uno de nuestros movimientos y, por descontado queda que, se ha de ser consecuente con ello.
Ahora toca dar pasos que no se quieren, pero en un futuro serán agradecidos. Nuestro compañero de viaje, el egoísmo, lleva a paralizar a las personas, a no avanzar, a no ser valientes para tomar decisiones que cambiarán nuestra vida, a mejor por supuesto. Este es el infantilismo que aún emerge en nuestro día a día. Hay que luchar conta el, armarse de valor y enfrentarse a la comodidad y el capricho que nos atenta.
Sólo entonces descubriermos que los pasos de calvario serán nuestro mejor pasado en el futuro.
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