Me miraste desde el fondo, y te giñé un ojo. Aquella mesa resultaba infestada de gente que de, manera hipócrita, no hacía más que hablar del tiempo y de cosas intrascendentes junto a leves y falsas carcajadas. Tú yo nos encontrábamos separados por aquel gentío (no sé qué de protocolo), cosa que lo único que provocaba es que quisiésemos estar más juntos que nunca. Menos mal que no dejé el bolso en aquel cuarto junto al abrigo y los guantes. Lo alcancé del suelo y saqué mi móvil, disimuladamente, escribí: "buff"

Te lo envié. Tú, al notar que algo vibraba, metiste la mano en tu americana que tan bien te quedaba, sonreíste y noté que escribías algo.

"Estás preciosa esta noche"

Te miré y sonreí, acto seguido te contesté: "eso es juego sucio". Hiciste lo propio con un:  "sí, puede... pero he conseguido que sonrías".

Volví a sonreír y te miré. Ahí estabas haciendo el tonto con el tenedor, haciéndome reír. Dejaste aquel instrumento que te había servido para hacer de bufón y me miraste serio pero con los ojos llenos de dulzura y comprensión. En ese cruce de miradas, juraría que se paró el tiempo, pero de lo que sí que estoy segura es de que me di cuenta de que estaba locamente enamorada de ti y de que lo estaría siempre.

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