Esos detalles

Ella estaba completamente loca por él. 

Era guapo, educado, cariñoso, amable, respetuoso... Y mil adjetivos más que se dicen de las parejas. Pero ella era fan incondicional de los pequeños detalles, de esos que la gente no aprecia, de los que no se acaban de valorar hasta que se pierden. 

Le cedía el paso ante una puerta como un caballero, nunca dejaba de recibirla con un beso cariñoso, jamás se había acostado sin un "buenas noches" y un beso en la frente, todo lo suyo era para ella, cuando hablaban él la miraba con admiración, estaba pendiente de cada gesto, de cada pestañeo... Simplemente, la adoraba. 

Él ponía todo su empeño en que ella jamás dejara de sonreír. 

La cuidaba, la mimaba y la deseaba. Durante la comida él siempre estaba pendiente de que su copa estuviese llena, en la cama hacía lo propio por que estuviese bien arropada. Primero era ella, luego él. 

Siempre la esperaba fuera del coche cuando iba a buscarla y si la dejaba en su casa jamás arrancó sin haberle quedado la certeza de que ella estuviera sana y salva. 

Rara vez la llamaba por su nombre siempre utilizaba adjetivos cariñosos para referirse a ella; pequeña y preciosa eran sus favoritos. 

Cada mañana lo primero que hacía era escribirle o si dormían juntos besarla.

En los momentos en los que caminaban por la calle él no le soltaba nunca la mano, sólo para abrazarla o agarrarla por los hombros. 

En sus discusiones, que las tenían, él reía al verla hecha una furia y siempre terminaba besándola como el primer día. Aprovechaba cualquier momento para apartarle el pelo de la cara y acariciarla.

Él la elevaba al séptimo cielo. 

Había una cosa muy clara, nadie podía dudar de su amor y era imposible que él se arrepintiese de no haberle dicho que la quería lo suficiente.  





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