Dormida...

Allí estaba, revuelta entre las sábanas, con su cara descansada tras una noche de sueños inimaginables, con el pelo alborotado y precioso cubriendo la almohada, agarrándose sus carnosos mofletes y sonriendo. Es tan bonita... 

Me dolía la idea de despertarla... Seguro que soñaba con un atardecer, con un paseo cogidos de la mano, con un futuro no muy lejano... Me daba pena interrumpir en aquellas historias fruto de su subconsciente pero también es verdad que moría de ganas por ver ese par de ojos que me dan la vida. 

Decidí quedarme mirándola un rato más, sólo un ratito más, se hacía tarde y el tiempo, muy a mi pesar, pasa demasiado deprisa

Me tumbé junto a ella y sin poder dejar de mirarla comencé a pensar en lo feliz que me hacía aquella cosa tan preciosa.

Ojalá con palabras pudiese expresar lo que siento cuando la miro, cuando la veo de lejos y viene sonriendo hacia mi, cuando la miro de reojo si está sentada a mi lado, y sobre todo cuando ella me mira, cuando lo hace se para el mundo, bien sabe Dios que se me para el corazón con su mirada. 

Tras un rato absorto en mis pensamientos y con una gran propósito en mi cabeza, decidí despertarla, suave, con caricias, como le gusta... Quería escuchar el cambio de su respiración, quería sentir su sobresalto al despertar y sonreír cuando se queje. 

Voy a empeñarme en que sus días sean mejores que sus sueños

- Pequeña.. Despierta 



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