Felicidades

Cualquier regalo que me propusiera hacerte quedaría en evidencia y más si tengo que compararlo con todo, absolutamente todo, lo que tú me has regalado. Y no, ya sabes que no hablo de esos objetos cargados de intención que me hacen sonreír cuando llegan a mi de la manera más inesperada (de manos de mi cuñado, por parte de una dependienta en una librería de Barcelona, regalos en forma de gincana, envíos a casa en una caja inmensa…). 

Hablo de otro tipo de regalos, ya sabes, de esos que se hacen con poco dinero pero con mucho amor, con mucho mimo y con absoluta entrega. De regalos que son más especiales que el último modelo de Mac o el último capricho que se le antoja a esta cabeza loca.

Hablo, por supuesto, del tiempo. De ese que me has dedicado en estos últimos años, hablo del tiempo que se llevan nuestras largas conversaciones telefónicas, del tiempo que lleva escribir un mensaje rezando “¿Qué tal?” y de los audios de 5 minutos que resumen 24 ó 48 horas. Hablo de tu dedicación a mi drama y locura, mi alegría y desidia. Hablo también, de ese tiempo que has empeñado en decir y hacer tonterías para que me riera. Hablo del tiempo en el que te has obcecado por que saliera adelante. Del tiempo dedicado a consejos, a broncas pero sobre todo, hablo de tu tiempo lleno paciencia. 

Y dime, ¿Cómo se compensa? ¿Cómo se regala algo a la altura? ¿Cómo se hace? Sueles ser tú quien tiene las respuestas…

Nos conocimos en el peor momento de mi vida y tengo que reconocer, de la misma manera que agradecer, que aún habiendo vivido lo peor de mi y mi peor versión te has quedado, sorprendentemente y de la mejor manera posible. Eres fe ciega, confianza extrema, apoyo, ayuda, entrega, cariño, alegría, amparo… 

Sí, querido amigo, fiel entre los fieles, incondicional y leal, hoy cumples años y lo mejor que se me ocurre regalarte son seis letras: 


G R A C I A S


No es de esos regalos que te cuestan mucho dinero, tampoco de los que llegan en una caja gigante que sirve como trampolín para mi sobrina, pero es, sin ninguna duda, lo más sincero que tengo junto con todo mi cariño. De modo que, gracias por estar, en lo bueno y en lo malo. Gracias por ser. Gracias por no dejarme caer, por levantarme y por caminar a mi lado. Gracias por esa respuesta inmediata a un mensaje de socorro. Gracias por adelantarte, por no juzgarme y por entenderme. Gracias por la complicidad, por las carcajadas, por las llamadas a horas intempestivas... Gracias por todo.

No, esta no es la primera vez que agradezco tu amistad pero mi deuda contigo me obliga a repetirlo una vez más a sabiendas de que no será la última y que nunca me cansaré de repetirlo. 

Tenerte como amigo, tenerte en mi vida, es algo que ni el regalo más valioso del mundo pudiese compensar. 

Muchas felicidades. 

Te quiero, David.

Pd.: El 25 la segunda parte. Es lo que tiene tener dos cumpleaños. 
pd.: La foto no podría ser otra. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario