Cuando era pequeña (y no me da vergüenza reconocer que no tan pequeña) no dormía la noche de Reyes. Me provoca una sonrisa recordar cómo me ponía de nerviosa y cómo contagiaba a mis hermanos aquella excitación. Cómo esperaba a escuchar que los Reyes se habían marchado para correr al salón y ser la primera en ver aquel montón de regalos que dudo mucho que mis hermanos y yo (por gamberros) nos mereciésemos.
Quienes me conocen saben que he arrastrado hasta el día de hoy esa emoción por las sorpresas y la impaciencia. Creo que aún queda parte de inocencia en mi.
Puedo recordar perfectamente muchas de las cartas que escribí a los Reyes Magos. Todas rezaban que ese año me había portado muy, muy bien y por eso mismo pedía un perrito.
Este año no sé si me he portado bien o mal, solo sé que ha sido un año bastante duro y creo que Sus Majestades están al corriente de ello. Por eso, y sin que sirva de precedente, me voy a aprovechar y voy a suplicarles que tengan en cuenta mi carta y no demoren la entrega. Les pido que, a sabiendas de que esté agotado y que sea muy difícil adquirir mi regalo, hagan lo imposible por conseguirlo.
Este año pido poco, o tal vez mucho, pero al menos sólo es una cosa y mi carta será corta y concisa:
Queridos Reyes Magos
Este año les pido ilusión.
Atentamente,
Macarena.
Ahora solo espero que todos hayáis dejado los zapatos bien limpios y os metáis en la cama pronto que hoy es una de las noches más mágicas del año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario