Echar de menos

Hoy he ido a verla.

Se que no debía pero me podían las ganas. Me mataba el deseo por saber como estaba, por mirar como pestañea, por sentir su respiración, quería ver de nuevo ese gesto al recogerse el pelo detrás de la oreja, su sonrisa, esa que es incapaz de borrar de su cara. Necesitaba ver sus ojos, ese brillo inconfundible. Quería apreciar hasta ese pequeño suspiro, ese que me hace suspirar a mi.

La he mirado un rato y he sonreído. También he llorado. Tan cerca y tan lejos que duele. He dudado un millón de veces en ir a abrazarla, en besarla y llevármela lejos. Tan lejos que nadie nos encuentre jamás. 

He caminado cabizbajo por el centro, recordando cada segundo que pasé junto a ella. He paseado por aquellos sitios que le encantan. Ese parque en el que tantas horas al sol hemos pasado, las patatas de aquel bar, un pincho de ese sitio tan moderno al que tanto le gustaba ir, una copa tranquila arreglando el mundo, esa tienda en la que le gustaba husmear pero no comprar. Café para llevar y pasear. Momentos increíbles que jamás voy a conseguir olvidar, le pese a quien le pese.

Como la echo de menos. Como añoro su locura, su risa, su afán por estar abrazada a mi constantemente. Echo de menos hasta esos malos momentos en los que lloraba y no había manera de consolarla. También los que se enfadaba, se ponía más guapa que nunca. Echo de menos su generosidad, su bondad y su entrega.

Le encantaba sentarse en el sofá con algún libro y darme patadas para que no dejase de hacerle masajes en los pies. Me derretía con su sensibilidad. Pero lo que más me gustaba era verla lamentarse durante largos minutos por tener que madrugar. Alguna mañana estuve a punto de comérmela. 

Muchas noches miro su lado de la cama, su mesilla de noche, su armario, su sitio en el sofá, su estantería del baño y su silla en la cocina. Todo está vacío. Y yo sin ella, también. 

La echo tanto de menos...





No hay comentarios:

Publicar un comentario