Me resulta imposible explicar lo que pasa en ese verde cuando algo le apasiona. La miro y, no. No tengo palabras. Sólo se explicarlo cuando me miran a mi, porque sólo con una mirada es capaz de parar mi respiración, de detener mi mente, de mover mi mundo. Y he vuelto a verla. La vi ayer, aquí a mi lado, en el sofá, la vi ayer mientras me cogía la mano por el frío. Y la he visto hoy en algún semáforo.
Pero cuando más me gusta descubrir esa mirada es después de darle un beso, es entonces cuando alcanzan un brillo insuperable.
Aunque lo niegue, cada vez que la miro ese verde se vuelve más intenso. Y según la beso, la abrazo y le recorro con mis manos, sale esa mirada que tanto me enamora. La suya, sólo la suya. La única.
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