Abrazos

Hacía un frío de infarto, de ese que se te mete por el hueso y te llega en forma de cubito al tuétano.

Paseaba por el barrio investigando nuevos escaparates. Algunos ya dejaban ver algún vestido playero de los que tanto le gustaban. Telas vaporosas con flores, lunares y rayas... Alguna sandalia. Pero con ese frío haciéndole gangrenas en los pies, cualquiera penaba en un paseo por Zugazarte, por su adorado muelle.. Prrff!

Inevitablemente echó la vista atrás, cambió de estación y se dejó embaucar por el calor. Qué verano tan espectacular. Que paseos interminables, cuántas horas aprovechadas en la arena bajo los rayos del sol, cuantas terrazas con infinitos gintonic... Sonreía al recordar todo lo que había disfrutado. Ansiaba el buen tiempo pero lamentablemente aún le quedaban días de desesperante frío.

Seguía paseando por las frías calles, arrastrando las ganas de un buen café caliente y miraba el reloj de vez en cuando, rezando por que el minutero se adelantase.

Enseguida estaría en sus brazos. Aquello la tranquilizaba y reconfortaba. Era indiferente la temperatura que aquel termómetro-reloj con publicidad de los grandes almacenes marcase, ella sabía que en cuanto le viese a lo lejos se lanzaría a él como si hiciese siglos que no lo viese y apenas lo había visto esa misma mañana mientras le despedía para ir a trabajar.

En más de una ocasión, y a diferentes personas (incluyéndole a él) había intentado explicar lo que sentía con y por sus abrazos. A lo primero que se respaldaba para darle la importancia que aquel hecho tenía para ella es "que nunca nadie la había abrazado así". Daba igual si era un abrazo de "buenos días", de "buenas noches", si era un simple "que tal estas" o tal vez un "me apetecía y punto". Todo resultaban especiales, diferentes, mejores que el anterior, increíbles..

Sonreía al recordar como lloraba aquella vez que pelearon y sollozaba diciendo "nunca voy a encontrar a nadie que me abrace así". El resto no importaba, tan sólo sus abrazos.

No era lo típico que había podido sentir con otras personas, esa sensación de "refugio", "protección" o "confianza"... Blá. Eso eran meras pamplinadas. No se trataba de abrazos con una carga fraternal potente, no. Con sus abrazos, a ojos de los demás un simple gesto, podía sentir todo lo que él le quería transmitir. Y a ella aquello le encantaba.

Mientras intentaba, una vez mas, explicarse así misma aquella maravillosa sensación, podía notar como una pequeña lágrima intentaba lanzarse al vacío desde su ojo izquierdo, el más sensible. No tenía claro si era porque se había emocionado recordando o porque el frío comenzaba a congelar su sistema nervioso.

Mientras barajaba las diferentes opciones de la existencia de su lágrima, alguien la abrazó por detrás sin avisarla. A penas se sobresaltó, más bien todo lo contrario, suspiró y descansó. Se giró buscando refugio en su pecho y pudo corroborar que esa gota, salada y rebelde, había ganado esta vez la batalla rodando por la cazadora de él. Ahora ya era feliz y ni el frío ni nadie podrían estropearle aquella sensación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario