Cuando el amor es admiración

- Maca: ¿estás segura? 

No han sido una ni dos las veces que me han preguntado esto las últimas semanas, desde que decidimos casarnos. 

Siempre he creído que no se quiere igual en las diferentes etapas de tu vida, cuando eres adolescente quieres de manera ingenua e inocente, alocada y vivaz. A medida que pasan los años y tu vida va avanzando empiezas a concebir el amor como algo más sensato, menos infantil y de manera más consecuente. Dejas atrás las locuras y las relaciones del "carpe diem" para dar paso a relaciones con vistas de futuro. 

Y de pronto llega él y te das cuenta de que le quieres de manera madura, sensata, coherente y consecuente. Le quieres para toda la vida, le quieres para planes del futuro, le quieres con la cabeza amueblada y siendo consciente de todo. Pero también vuelve esa locura y esa ingenuidad y provocan una ciclogénesis incontrolable de la que no tienes escapatoria. 


- Claro, estoy segura. Sí, él es alto, guapo, inteligente, educado, deportista... El típico chico al que puedes presentar a tus padres y bla bla bla pero... ¿Sabes que es lo que más me gusta de él? 

Que me hace más grande. No sólo me hace mejor persona sino que todas las virtudes que tengo las revaloriza. Y de una manera escandalosa.

Cree en mi. Sí, me considera capaz de cosas inimaginables. Cree en mi más que yo misma. 

Me respeta. Y es algo que me parece fundamental. Es uno de los grandes pilares de toda relación y él lo cumple a la perfección. 

Camina a mi lado. Y no sólo literalmente. Cuando me habla o escucha, lo hace a mi altura. Nunca se pone por encima y mucho menos por debajo. 

Me aguanta. Y no sólo en los momentos malos en los que, ni que decir cabe, nunca jamás falla sino en los que me pongo histérica y nerviosa o en los que me dedico a chincharle y a hacerle la existencia imposible con mis bromas.  

Me abraza. A diario, sin faltar un sólo día. ¿Qué hay mejor que un abrazo? 

Muchos días, nos sentamos en el sofá y mientras él mira atontado algún partido de baloncesto yo le miro a él y me pregunto si le merezco. Él es tan grande...

Siempre he considerado que el amor es admiración y hoy confieso que yo le quiero muchísimo, pero sobre todo le admiro. 


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