Allí estaba con aquel pijama gris y el pelo anudado en un moño casero que ni la peluquería más moderna de la ciudad podria reproducir. A su lado, la taza de café, incondicional.
No pude evitar reir. Estaba tan graciosa. Ella tan sólo levantó la mirada con el ceño fruncido y obviando mi risa volvió al móvil como si la vida de alguien dependiese de ello. Sonreí y me quedé un rato más mirándola. Qué leches estaría pasando para que no fuese capaz de atender de nada más? Realmente, me daba igual. Disfrutaba tanto de su sonrisa como de su cara concentrada.
Mientras en mi cabeza no hacía otra cosa que reproducir los momentos que habíamos pasado juntos, ella de golpe levantó la cabeza y me dijo:
- Cariño!
Y no me hizo falta saber nada más. Sus ojos abiertos hasta límites extremos con las pestañas acariciando el cielo y su sonrisa con la comisura de sus labios rozando las orejas fueronsuficientes para saber que todo era perfecto.
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