Pide perdón

Ayer quedé con él. Después de muchas semanas intentando poner de acuerdo nuestras agendas, pude porfín, sentarme tranquilamente a tomar un café con él.

En el lugar de siempre, a la hora de siempre y seguramente para pedir lo de siempre. Dos cafés con leche.

Llegué antes que él y no dudé en entrar al ver que la mesa en la que nos sentamos la última vez estaba libre. Me senté allí orgullosa de haberla conseguido. Se daría cuenta? Miré al camarero que comprendió con mi mirada que enseguida frente a mi se sentaría alguien y sería entonces el momento de pedir.

En la espera, analice el lugar. Un bar oscuro donde la madera de sapeli y su olor eran protagonistas. Música inglesa, muchas veces es mejor no entenderla. Reí, sin darme cuenta que había sido en alto y muchos se giraron, al recordar una frase bastante graciosa "eres como una canción en inglés, a veces no te entiendo pero me gustas"

Mis sonrisa se vio interrumpida por el ruido de la puerta sonar, allí estaba. Me levanté haciendo uso de los buenos modales que me inculcaron en aquel colegio de pago. Me acerqué unos pasos haciendo crujir aquel suelo y le di dos besos. Le miré y no me aguaré, le abracé!

- ya era hora! Por fin! Con leche? Siéntate.

- si señora.

Me acerqué a la barra. Ahora sí. Dos con leche y bien calentitos. Fuera hacia un frío infernal, era necesario un buen anticongelante.

Giré la cabeza y con mi mierda busqué su rostro. Allí estaba, quitándose la cazadora y colocándola en el respaldo de la silla de manera sistemática, como siempre. Llevaba tiempo sin verle. Con miles de millones de ganas de hablar con el. De saber como le trataba la vida ahora.

Digo ahora, porque no hace mucho hablábamos a diario, coincidimos y nos veíamos continuamente. Todo era más fácil. Hace unos meses, más bien muchos que pocos, sufrió una ruptura muy dolorosa. Su novia, a la que él adoraba, decidió poner final a años de relación. Cosas de la vida supongo.

Él se armò de fuerza y con toda su valía decidió salir adelante. Han sido meses duros pero esta aquí para contarme que la vida, de nuevo le sonríe.

- bueno, bueno! Quiero el nombre de esa sonrisa. - dije llevando con sumo cuidado aquellos cafés humeantes.

Él en un gesto elegante silenció el móvil, demostrándome que sólo me escucharía a mi. Que en aquella mesa solo estaríamos el y yo. Le sonreí por ello.

- María.

- qué original.

- sabía que lo dirías.

Reímos un rato. Hablamos de cosas diplomáticas y típicas en una conversación de dos personas que hacen tiempo que no se ven. Hasta que se puso serio y pregunté cual era el motivo de aquel cambio.

- Maca, voy a confesarte algo.

- Lo que quieras. Me estás asustando.

- Cuando ella me dejó, me sumergí en la mayor de las miserias, lo sabes. Toda una vida ideada junto a ella se fue al traste en un abrir y cerrar de ojos. Puede que fuese culpa mía, que no supe quererla como ella necesitaba, que no la entendiese cuando más le hacía falta y que no me diese cuenta de que ella demandaba de mi. Pero cuando decidió poner punto final, lo intenté todo por recuperarla, por conquistarla de nuevo, por que volviese a mis brazos... Pero no sirvió de nada. Era tarde, ella se había cansado de esperar, de luchar...

Yo le miraba atónita, me costaba entender el porqué de aquel arranque de sinceridad, de aquel despellejo de su alma, pero sabía que lo peor estaba por llegar y no pude sino permanecer muda. Expectante.

- Todos sabéis que lo intenté todo. Había días más fáciles y otros más difíciles. En estos últimos llegué a meter la pata con mensajes a la desesperada que ella nunca debió leer, con gestos que ella nunca debió experimentar... Pero muchas veces el amor nos ciega y se nos olvida, o al menos a mi se me olvidò, que esa persona merece todo nuestro respeto. Me arrepiento de muchas cosas. De tantísimas... Pero ahora no tiene solución.

- Bueno, no te castigues. Todos hemos cometido errores y lo más importante es que nunca es tarde para rectificar...

- No lo se. Lo que quiero contarte tiene que ver con mi intento por conquistarla. Aún dudo de que lo hiciese por ella o por mi... Quiero decir, que fuese por despecho, como la mayoría de Lola casos. O por volver a verla feliz junto a mi.

- cuéntame

- La odie de tanto que la amaba y, para más inri, un día me crucé por la calle pero ella no me vio. Sabes lo que más me dolió? Verla sonreír ... Me quise vengar por aquella sonrisa y yo, macho ibérico, decidí restregarle mi "supuesta" felicidad. Me registre en una página de contactos y pronto contacté con una chica.

- María?

- Si. - agachó la cabeza mientras pronunciaba aquel monosílabo

- Cómo? No me lo creo.

Aquella historia estaba alcanzando un límite inimaginable. No sabía que decirle, que hacer, que pensar. No podía creer, en serio, que lo que me estaba contando era cierto.

-Si, Utilicé a María para darle celos y provocar que ella volviese. Paseé con ella por sitios en los que creía que podía encontrármela, pero todo fue inútil. Nunca nos vio. Y creo que tampoco le hubiese importado vernos. Es más, tal vez se hubiese alegrado.

- Tienes que hablar con María. No le engañes. Tu más que nadie deberías saber que con las mentiras no se llega a buen puerto.

- No puedo. Han pasado unos meses y estoy agusto con María. Me lo paso muy bien con ella y he vuelto a sonreír como antaño. No es como ella pero creo que nadie lo será nunca.

- Si. Y me alegro mucho, pero creo que esa pobre chica merece la verdad.

- seguramente tengas razón.

- No. Seguro que la tengo. Llámala. Yo me tengo que ir. He quedado con mi madre.

- Pero... Pensaba que estaríamos toda la tarde poniéndonos al día.

- Si. Pero me ha surgido una "urgencia familiar" lo siento.

- Bueno, escríbeme.

- Descuida.

Salí por la puerta por dónde hacia una hora había entrado. Me abrigué y comencé a caminar sin rumbo. No pude dejar de darle vueltas a lo que me acababa de contar. Me resultaba tan ruin... Me sentía mal por ser cómplice de aquello, mal por no haberle aconsejado, fatal por no haberle insultado. Era difícil.

Saque el móvil del bolsillo y cumplí mi promesa de escribirle. Tecleé sin miedo, sin dudar..

"Escribe a María y cuéntale la verdad. Después escríbele a ella para pedirle perdón. Te va a costar, pero crecerás como persona y yo solo tengo amigos grandes"

Guardé el móvil en el bolsillo y seguí caminando sin rumbo...



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