Deja que me recueste en tu pecho una vez más, prometo que después me iré y no volveré.
Hoy déjame que sueñe, invadida por tu olor, que todo esto puede ser real.
Déjame creer que tus brazos son mi hogar y que puedo quedarme allí eternamente.
Dame una noche, solo una, en la que pueda escuchar tu respiración, acariciar tu piel, besar tus párpados y sentir los latidos de tu corazón.
Permite que esta noche mis pies te busquen en la cama y acaben haciendo con los tuyos una nueva modalidad de nudo marinero.
Deja que te abrace cuando comienzas a quedarte dormido y aún eres capaz de decirme algo.
No te pido más.
Mañana me iré y sólo seré un recuerdo que acabará borrándose con el tiempo, como aquellas entradas de nuestra primera película en el cine.
Esta noche seré el último sorbo de aquella copa de vino en nuestra primera cena.
Cuando leas esto yo ya me habré ido y te quedarán estas palabras escritas en la almohada.
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